Uno de esos otoños tempestuosos
En el epicentro de las frivolidades
La perfidia, soberana y vanguardista
Escoltada por serpientes y chacales
Aposentada en su trono de navajas
Filosas, cortantes, hirientes
El reflejo de las hojas la enceguecen
Un río de sangre tiñe el tapete
Una música que embelesa la velada
Retumba en sus necios tímpanos
Los invitados entre el afluente rojo
Orgullosos de su cultura errante
Dirige todo desde su persuasión
Obedecen a todas sus peticiones
Ella es la diosa de la mitomanía
Ellos, la dinastía de Normandía
El epílogo, ahora alza su copa
La realeza, ansiosa moribunda
Espejos rotos bendicen su maldicion
La perfidia, eternamente sangró