...a mi hijo Luca...
Una primavera de 2007 me encontraba armando un programa de
televisión que ibamos a grabar con mis amigos de toda la vida. Frente a la
computadora, tratando de desglosar los escasos gastos que habiamos tenido y de
organizar algunas planillas, estaban mis manos y mi cabeza. Entre toda esa
adrenalina y compenetracion me habia olvidado que, ese mismo dia, jugaba mi
equipo de futbol. “Pero, como me voy a olvidar del partido, si encima estamos
peleando el campeonato?”, me pregunte casi en forma de repoche inaludible. La
realidad que estaba muy abocado al “famoso” programa que nunca llego a ser o
que en realidad es pero no se plasmo.
Me sente en el sillon, prendi un cigarrillo y me pasaron una
cerveza, bien fria. A simple vista para muchos, un gran acto machista; según
otros, un acto de puro extasis e insania temporal. Me habre olvidado de algun
integrante en ese sillon? Ah… pues claro que si; ese fiel compañero que desde
nueve meses me acompañaba, estoicamente, en todos los noventa minutos de
adrenalina esferica y de color “granate” que se cruzara por mi retina.
Este jovencito tenia todos sus sentidos unificados por una
pasion. Solo le faltaba desarrollar uno: la vision; pero sin duda que se sentia
a “gusto” cada vez que se sentaba al lado de su padre y ni hablar cuando
“olfateaba” alguna jugada peligrosa a favor de nuestro equipo. Y me pregunta si
“oia”? Claro esta, que cada vez que el famoso numero nueve, “El Pepe”, fundia
la pelota contra la red contraria, el pequeño hincha se manifestaba de una
forma muy comun. Su “toque” final y su grito de gol eran acompañados con unos
golpes y patadas en la panza, emulando y repitiendo la jugada del gol y ademas,
acompañando el grito alunisono de la hinchada.
Ese dia nos ibamos de visita a Rosario. Central, equipo
difíciles si los hay jugando de local. Y con lo que nos cuesta vencerlos cada
vez que pisamos ese estadio.
Fecha dieciséis, el campeonato en su recta final y con tres
competidores disputandose el campeonato; partido complicado el que se planteo
en el “Gigante de arroyito”.
El primer tiempo se terminaba sin que ningun equipo marcara
pero fue ahí cuando me di cuenta que algo iba a suceder a fin de campeonato.
Centro desde la izquierda, zapatazo frontal, de zurda, de un ignoto Sebastián
Blanco quien abre el marcador y mi ilusion, nuestra ilusion. Ese fue el punto
de inflexión. ¿Por qué? Fue un gol comun y corriente como, dirian en el barrio;
fue un gol mas entre tantos, fue un gol mas rumbo al campeonato; pero para el y
para mi no fue un gol mas. Ese grito del relator desperto algun sentido que no
habia notado nunca en el… Una caricia, un relato armonioso, una jugada a pura
garra, un partido que se abria a la ilusion de una ciudad, un campeonato que se
avecinaba por primera vez en toda la historia del club. Parecia como si me
pedia salir ya, abrazarme y decir
su primera frase… “GOL, GOL, GOL DE LANUS PAPÁ”
No hay comentarios:
Publicar un comentario