“Si un buen día le cuentan
que vieron por las calles, caminando a Darío “ El Loco” Esteche, no desconfíe,
siéntese al lado de esa buena y sana persona y escuche ese relato porque se va
a quedar estupefacto” decían en el barrio de Puerto Sagrado –un pueblito
ubicado en las afueras de Ruirola- Y será que nunca nadie supo bien la historia
o no sabían contarla… La realidad es que “El loco Esteche” (así le decían, loco
porque era el mas sano dentro de un pueblo demente) era un Padre de familia,
con tres hijos y una bella esposa, un buen trabajador y un distinto para jugar
al fútbol; un fuera de serie dirían en el fútbol contemporáneo. Pero además, en
sus tiempos libres le gustaba sacar fotos. Era su hobbie, su pasatiempo, su
dosis de alegría extra en la vida. Esteche era el volante por derecha del Club
Social y Deportivo Puerto Sagrado y el fotógrafo oficial del equipo. Cuando
había partido, salían a la cancha y “El Loco” dejaba su cámara del otro lado de
la línea de cal. Siempre que ocurría alguna espectacularidad o hecho inédito,
ahí estaba él, ubicado en la mejor posición para congelar esa imagen con su
“herramienta mágica”. Cabe destacar que era el único jugador, de los veintidós
que estaban en cancha, que tenia permitido salir esporádicamente para tomar
unas fotografías. Es que tan raro sonaba pero era una de sus pasiones dentro de
otra pasión; el Fútbol, con su queridísimo Puerto Sagrado. Claro esta, que
Esteche, solo llevaba su herramienta los días en que el sol estaba radiante y
la gente asistía al estadio en demasía (siempre que jugaba el Club Social y
Deportivo Puerto Sagrado llegaban de todos los pueblos aledaños para presenciar
al mejor equipo de la región y para admirar las locuras del LOCO). El decía que
una buena fotografía se enflorecía con el colorido de las distintas personas
que se acercaban y miraban el partido. Y la gente se sorprendía, ya que
mientras todos estaban mirando el espectáculo futbolístico, él podría estar
sacando una foto a una señora que viste un sombrero llamativo de primavera. Ese
era el color para “El Loco”. Esa era su inspiración. El plasmaba esa imagen en
su cámara y luego salía como un niño, con una sonrisa de oreja a oreja,
corriendo a buscar el esférico y deslizarse por la banda derecha; donde el
desempeñaba su magia, como los antiguos numero ocho. Era un gambeteador nato.
Pero a su vez era el jugador mas solidario que se vio en toda la historia de
los campeonatos regionales de Ruirola. Jugaba y dejaba jugar. Eludía y asistía.
Era increíble pasear por el
pueblo y conversar con los fanáticos estadistas de Puerto Sagrado y que elogien
los altos números que tenia “El loco” dentro de la cancha.
No era un goleador. El decía
que los goles siempre tenían que estar fotografiados y enmarcados; y quien
mejor que el para llevar a cabo semejante ceremonia. Cada integrante del equipo
tenia en su casa una fotografía con el gol que hizo en algún momento de su
vida, claramente tomada por su propio compañero; Darío Esteche.
Era tal la admiración que
tenia por el fútbol y la fotografía que sostenía que las dos eran un mismo arte
y una misma pasión fusionadas en una sola persona. Un buen día, en la ronda
final del campeonato, Puerto Sagrado jugaba un partido contra el clásico rival;
el pueblito vecino. La gente viajo kilómetros para ver ese espectáculo. El
predio estaba colmado y los tablones de madera no resistían la presencia de
tanta gente acumulada, desbordada y enloquecida por el fútbol. Se llevaban
jugados 35 minutos del segundo tiempo y el partido estaba igualado en cero. “El
loco” Esteche queda mano a mano frente al arquero y su cabeza se hizo un gran
signo de interrogación. “Eludo y meto el gol y nunca nadie podrá ver esta
imagen y solo la tendré en mi cabeza. O me freno y espero algún compañero que
pase y le tomo esa foto que nos hará ganar el clásico”. Sin tener ninguna
resolución en la mente solo opto por seguir avanzando con el balón, ingresando
en el área grande mientras el arquero salía a achicar. “El loco” cerro sus ojos
y decidió patear dejando que la fortuna y el azar sentencien el destino del
encuentro. Y de pronto, una luz, un relámpago fugaz que reboto en los ojos del
arquero y encandilo esa tribuna que quedo boquiabierta con la definición y el
flash que salio de la tribuna local. La pelota ingreso, lentamente, entre medio
de las piernas del arquero y quedo abrazada a la red formando un lazo
inseparable. De esa manera, el Club Social y Deportivo Puerto Sagrado guarda en
su sede el gol enmarcado que les hizo ganar el clásico y acceder a las finales
del regional de Riurola. Con ese gol del Loco Esteche, con esa foto…
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